jueves, septiembre 04, 2014

Una delirante historia guiada por la mística peronista

Telam
3 de septiembre de 2014

En su nueva novela Fuera de la jaula, Fernanda Garcí­a Lao compone una delirante historia, acompasada por la mí­stica peronista y giros que parecen ciencia ficción, como la construcción de una especie de Frankestein femenino-tercermundista a manos de un Coronel que le es infiel a su esposa, el alma errante que cuenta esta historia desde un espacio interdimensional.


El texto comienza con la inesperada muerte de su protagonista, Aurora, decapitada por un vinilo volador mientras suena la "Canción de la bandera" en pleno acto patriótico de 1956, y se extiende hasta los años 90, en un exclusivo edificio de Puerto Madero que ocupan oprobiosos coleccionistas de arte.

"Elegí el peronismo porque es el único movimiento que está repleto de símbolos, es prácticamente una religión con todos sus elementos, las estampitas, los objetos, los fetiches y hasta el cuerpo, entero o sesgado, el de Eva embalsamado o las manos de Perón", grafica la escritora en diálogo con Télam.

Tiene que ver, además, con "hacerlo historia íntima, no historia con mayúscula, porque mientras la gran historia ocurre (puertas afuera del hogar, en las calles e instituciones) la gente vive otro tipo de vínculos, un poco contagiados por ese afuera", resume la autora nacida en 1966 en Mendoza.



El libro "se construye a partir de las herencias, pero la idea no fue hacer una reconstrucción poética del momento sino traer lo que para mí implicaba. Acá no hay pretensiones de verdad", sentencia.

De esta manera, los 90, que pasaron a la historia como la “desvirtuación” de lo ideológico, en la novela se expresan con personajes más ocupados en acumular que en generar sentido, "pero esa no fue la única faceta de esa época -advierte-, pasaron otras cosas, por eso incluyo hechos como la caída del muro de Berlín".

La jaula a lo largo del relato es esos cuerpos, es también mente y pensamiento, hasta cada escenario en que García Lao coloca a sus decadentes personajes, como la enana renga que posa en un set fotográfico porno-deforme con Man Fredo, el engendro de dos cabezas que parió Aurora, la etérea y omnisciente narradora de esta tragedia.

Ocurre que a esta hija de exiliados -Fernanda vivió entre 1976 y 1993 en España donde estudió piano, danza, actuación y periodismo- le interesaba también "trabajar la deformidad en un contexto de supuesta normalidad".

"Por ahí estamos acostumbrados a ver la deformidad en territorios imposibles -dice-, pero acá tiene una bandera, sus obligaciones y convive en una casa", que podría ser cualquiera de los chalecitos de techos bajos del barrio suburbano que ella misma habita, en Olivos.

"El hecho de su imperfección es lo que la hacía atractiva, de tan horripilante tan especial se vuelve, hablo de la belleza de la deformidad, porque el sexo no tiene que ver con la belleza sino con el deseo", reflexiona.

En su disparate, la novela publicada por Emecé alcanza visos metafísicos, "toma la fantasía mórbida de cada uno en relación a su final, eso de quién te va a llorar o qué pasa después de que uno muere y a veces no pasa nada...", sonríe la autora de La perfecta otra cosa y Muerta de hambre entre otras novelas.

Así, la protagonista deviene “voyeaur” absoluta de la intimidad de su familia que sigue como si nada, casi liberada de su presencia que era bastante tortuosa y, por otro lado, "comienza a entender después de muerta cosas que habían sucedido mientras estaba viva pero que no había registrado porque estaba viviendo, un poco lo que pasa con la literatura cuando uno se pone a escribir".

Un médico genetista, una prostituta lisiada, una cyborg -"Lana fotovoltaica" en su primera versión y "Lana Carne" perfeccionada- y un asistente artístico completan la fauna con que García Lao da vida a esta historia que a su entender nada tiene que ver con ficción científica.

"Estoy formada en el absurdo, en la potencia del lenguaje, en su uso y abuso, no me importa tanto qué pasa sino cómo se cuenta. Vos decís ciencia ficción, pero hace unos meses vi en Internet el nacimiento de una bebé que tenía dos caras, y la renguera de Norma fue desplazar a territorio poético el brote de poliomielitis de los 50. Eso es literatura para mí", se despide.

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